martes, 5 de octubre de 2010

Las becas en la década de 1900

A partir de las fuentes encontradas en el archivo del Mariano Acosta, nos resulto de interés reconstruir como funcionaba el otorgamiento de becas para el 1900, investigar la reglamentación y rastrear alguna fuente que comentara como se otorgaban en lo cotidiano. A su vez, comparar el monto de las becas en relación al salario docente y a los salarios de aquellos años y ver cual era el valor adquisitivo de ese monto haciendo un pequeño análisis del costo de vida de la época.
En primer lugar presentare las fuentes que obtuve en el archivo que motivaron el resto del trabajo:
Carta del 7 de enero de 1908 al Sr. Director de la Escuela Normal de Profesores de la Capital donde los que suscriben solicitan que se liquiden las becas hasta el 31 de diciembre, ya que al no ser de la capital necesitaban recursos para trasladarse a susprovincias
Carta de Clemente Frigerio al Ministro de Instruccion Pública en la cual eleva la solicitud presentada por varios alumnos de 6to año pidiendo se les abone la beca del mes de diciembre ultimo.
Respuesta del Ministerio de Instrucción Pública de la Nación Argentina:
“considerando las razones en que se funda la presente solicitud y atento lo informado por la direccion de la escuela normal de profesores de la capital se resuelve:
Que se liquide hasta el mes de diciembre inclusive el importe de las becas de los alumnos que terminaron sus estudios en las pruebas finales de noviembre pasado (...)”
Carta de un grupo de alumnos solicitando al Ministro de Instrucción pública, por intermedio del Director de la Escuela Normal de Profesores que se prolongue la becas por enero y febrero de 1910, argumentando que estaban incluidas en el presupuesto y que recién serian otorgadas el 1º de marzo, alegan también los gastos de traslado a sus provincias de origen.
Carta al Ministro de Instrucción Pública que acompaña y refuerza el pedido de los alumnos escrita por la Dirección.
Carta del inspector general de escuelas O. Maldonado dando su parecer favorable al pedido de los alumnos
El Sr. E. Valerio le comunica al ministerio que tomando en cuenta el informe de la Inspección haga lugar al pedido
El Ministro hace lugar al pedido de los alumnos

Reglamentación acerca de las becas:
Las leyes que regulaban el otorgamiento de las becas eran:
• la Ley 1420 (de educación común en la Capital, colonias y territorios nacionales) sancionada el 08/07/1884, de la cual podemos citar el Capítulo V, (Tesoro común de las escuelas. Fondo Escolar Permanente):
“Art. 47.- El Tesoro Nacional costeará las becas y demás gastos de enseñanza de los alumnos que se dediquen a la carrera de magisterio en las escuelas normales de la Capital, o de las que se establecieran en los territorios nacionales.
(…)
Art. 57.- Son atribuciones y deberes del Consejo Nacional de Educación:
2. Vigilar la enseñanza de las escuelas normales de Capital, colonias y territorios nacionales, proponer el nombramiento o renovación de su personal y concesión o caducidad de becas al Ministerio de Instrucción Pública.”

•La Ley de la provincia de Buenos Aires, sancionada el 30 de julio de 1874:
Articulo 1º- Serán costeados por el Tesoro de la Provincia ciento cincuenta alumnos varones y mujeres que quieran ingresar a las escuelas Normales que se establezcan en la Capital, para seguir los cursos correspondientes y dedicarse a la carrera del profesorado en las escuelas comunes de la Provincia.
Art. 2º - Cada uno de los alumnos maestros recibirá gratis los libros y útiles de enseñanza, la mantención y vestido o una pensión mensual para estos objetos (...)
Art. 3º - Destínase la suma mensual de sesenta mil pesos moneda corriente, para los gastos a que se refiere el artículo anterior.
Art 4º - Todo el que obtenga una plaza de alumno maestro quedará obligado a dedicarse por cuatro años a la enseñanza en alguna de las escuelas de la Provincia, luego de que haya terminado sus estudios.
•El Reglamento para la Escuela Normal de Maestros de la Provincia de Buenos Aires: que también reglamenta sobre la adjudicación de las becas(Art. 5º, 6º, 7º y 8º), siendo de relevancia el Artículo 5º: “todo alumno maestro recibirá una subvención mensual de trescientos cincuenta pesos moneda corriente que se entregará por el tesorero de la Comisión Administradora a los padres o tutores”

Para poder confrontar el texto de las leyes con la vida cotidiana, debemos recurrir a la fuente de Valentín Mestroni, quien, en su libro de memorias “Los maestros que he tenido” (Ed. Plus ultra 1965), hace mención acerca de recomendaciones para la obtención de la beca y atrasos en el pago de la misma.
Para el año 1900, cada provincia disponía de dos becas de $50 las cuales eran adjudicadas a dos estudiantes que habiendo obtenido en ellas el título de “Maestro Normal”, venían a capital para perfeccionar su diploma y obtener el de “Profesor
Normal”. Por su parte, los estudiantes de capital recibían una beca cuyo valor era de $30.
En cuanto al modo de obtener la subvención, Mestroni observa:
Para que las becas fuesen otorgadas a un alumno del interior, éste debía tener condiciones sobresalientes, o de otro modo era necesaria la “intervención” de algún senador o diputado ante el Ministerio de Instrucción Pública de la Nación. En capital se otorgaban a quienes conocían a algún allegado al Ministro, y en el caso de que sobraran, el director de la escuela proponía a los candidatos.

Salario docente y salario obrero:


En cuanto al segundo punto a tratar, en este cuadro se pueden observar algunos datos de la época que dan cuenta del salario de un albañil y de un peón de la policía entre 1903 y 1912, simplemente para tener un parámetro de comparación con el monto de las becas otorgadas:

Para tener de referencia el salario de un docente de la época:

“En 1897, según la Ley de Presupuesto de la provincia de Buenos Aires, el maestro con título para 4to. Grado o inferiores cobraba $135 por mes y el no titulado, para el mismo cargo, $90. En el caso del maestro superior para 6to.

Grado sin dirección era de $165 y el mismo cargo no titulado era de $105” (datos extraídos de Dirección General de Escuelas, 1897).[1]

“Por ley de Presupuesto de la Nación, del año 1912, anexo E, inciso 11, ítem 34 es creada la Escuela Normal Nacional de Quilmes.
El 23 de abril de 1912 el Consejo Nacional de Educación por expediente 4380, letra L, designa al personal docente.
Se destinaron $ 5000 para gastos de instalación y pago del personal. El sueldo de los docentes sería de $ 180 y el del Director $ 300. Además, se otorgarían becas de $ 25”[2]
En esta fuente puede observarse el monto de otras becas, en este caso de la Escuela Normal de Quilmes, y el salario de los docentes de 1912, como para observar que entre 1897 y 1912 no se modificó demasiado la escala salarial.
Puede extraerse como conclusión, que el salario de un obrero era apenas superior que la subvención otorgada a los alumnos del interior, los cuales no debían mantener familia, aunque si afrontar el costo de una vivienda.
Para tener una idea de para que alcanzaba ese dinero, debemos pasar al siguiente apartado.



[1] El trabajo de enseñar Entre la vocación y el mercado: las nuevas reglas de juego

Alejandra Birgin

[2] blog de fecha LUNES 27 DE JULIO DE 2009 LA ESCUELA NORMAL DE QUILMES http://elquilmero.blogspot.com


Costo de vida:

Para este apartado recurriremos a dos fuentes, por un lado se presentaran algunos datos extraídos de una página Web:


“En 1908 el Departamento Nacional del Trabajo inició estudios acerca del presupuesto obrero. (...)

Veamos algunos ejemplos:

Obrero con mujer y dos hijos

Trabaja 25 días al mes, ganando un jornal de $4; su entrada mensual sería por lo tanto de $100.

Sus gastos son: alquiler (una habitación) $22; mercado, a razón de $0,50 por día: $15; pan, 1 1/2 kg, a $0,18: $8,10; almacén, $0,65 diarios: 19,50; leche, medio litro diario: $2,25; carbón, dos cuartillas de $1,20: $2,40; lavado, dos barras de jabón, $1; tranvía: $2,50; gastos varios: $10. Total: $82,75. Saldo a favor: $17,25.

(...)

Los cálculos ofrecidos fueron confeccionados por la repartición citada en el año 1908. En 1912 la situación no había mejorado. Tomemos otros dos ejemplos en la industria de la fundición. Ella agrupaba muchos obreros en Buenos Aires. Un oficial fundidor ganaba $4 a $4,50 por día.


Matrimonio con siete hijos:

(...)

Detallemos los gastos mensuales de esa familia:

Por dos piezas de madera, con poca comodidad:$ 45,00.-, Gastos de almacén: $ 48,00.-, 3 Kg. de pan por día: $ 19,00.-, Gastos de leche: $ 10,08.-, Carne y verdura: $ 22,00.- Carbón: $ 4,50.-, Desgaste de ropa interior y exterior para toda la familia: $ 25,00.-, Gastos de barbería: $ 2,00.-,Gastos de tranvía: $ 6,00.-, Por cotizaciones de sociedades, socorros mutuos, política, gremial: $ 2,80.-,Suscripción al diario: $ 1,20.-. Total: $185,58.”[1]



[1] Citado de http://www.oni.escuelas.edu.ar/2002/buenos_aires/salud/Recursos.htm


El acceso a la vivienda, un problema en la Buenos Aires de aquella época:

“El aumento de los salarios entre 1904 y 1911 no mantuvo la proporción del costo de los alquileres. A un jornal $4, salario promedio para un obrero especializado en 1904, correspondía $5,50 en 1911, es decir que el aumento producido significaba proporcionalmente un 37,5%. El alquiler de una habitación costaba, término medio, $15 a $20, en 1904; en 1911 había aumentado, término medio, un 100%. En cuanto a las casas alcanzaban, en la mayoría de los casos, precios prácticamente prohibitivos para los trabajadores.”[1]


Variación en otros precios:


“Con respecto al aumento de los artículos de consumo, las frecuentes oscilaciones experimentadas, a veces con un intervalo de días, dificulta su estudio en períodos muy largos; sin embargo pueden efectuarse, aproximadamente, algunas comparaciones. La carne de vaca, por ejemplo, cuyo precio en 1904 era, según calidad, de $0,18 a $0,40 el kilogramo, costaba en igual relación, $0,25 a $0,80 en 1911. El pan de segunda, consumido por las familias humildes, de $0,12 a $0,15, había aumentado a $0,20, hasta $0,22. Las papas, que costaban $0,05 a $0,10, habían elevado su precio a $0,20. Los porotos, de un precio entre $0,15 a $0,25, costaban $0,45 en 1911; el arroz, de $0, 13 en 1904, costaba $0,15 en 1911, así otros artículos.”[2]

La otra fuente que aporta algunos datos sobre el costo de vida es el ya mencionado libro de V. Mestroni, aquí incluyo algunos datos que pude recopilar:

Viaje en tranvía $ 0,10[3]; corte de pelo o afeitada barata $0,20[4]; cigarrillos según la calidad: $0,05 $0,10 $0,15; agua (medida) $0,04[5]; pan criollo o pan con grasa 2 x $0,05; bizcochos de grasa $ 0,01 cada uno.[6]



[1] Op. Cit

[2] Op. Cit.

[3] Pág. 61

[4] Pág. 54

[5] Pág. 34 y 35

[6] Pág. 138


Conclusión:


Tomando en cuenta algunos de los datos sobre el costo de vida, puede observarse que el mayor inconveniente para los estudiantes era costear el precio de un alquiler, que aproximadamente le costaba la mitad de la beca obtenida, sin embargo con aquellas becas el estudiante podía vivir modestamente, sin necesidad de solicitar ayuda económica a sus familias.


lunes, 13 de septiembre de 2010

Batallones escolares y práctica de tiro en la Escuela Normal de Profesores

A fines del siglo XIX, la escuela intenta ayudar a la formación de la nacionalidad para solucionar el problema de vulnerabilidad de la Argentina: “un país aún no plenamente formado cuya sociedad recibía una afluencia inmigratoria creciente y estaba en plena transformación” (Bertoni. 2001: 120). En este sentido “se inventaron y se desarrollaron prácticas, símbolos y contenidos nacionales, y se valorizaron las posibilidades del pasado como aglutinador del presente, para construir, alimentar y conservar la nacionalidad argentina” (Bertoni. 2001: 120).
En este trabajo nos remitiremos a la creación de batallones escolares y a la instrucción militar en las escuelas, entendiendo a ambas actividades como parte de esas prácticas de formación de nacionalidad.
Esta enseñanza patriótica tomó una connotación militarista sobre todo cuando crecieron las posibilidades de guerra con Chile, debido al conflicto sobre la marcación de los límites entre ambos países. Surge entonces la idea de modernización del ejército y el enrolamiento obligatorio en la Guardia Nacional, para todos los argentinos de entre 17 y 50 años.
En este contexto aparecen los primeros batallones escolares. Desde el Estado Nacional se impulsaban estas formaciones, las cuales aunaban la enseñanza escolar con las prácticas y ejercicios militares. Los niños fueron entrenados y disciplinados por “algunos oficiales del ejército y entusiastas” (El Monitor, citado en Bertoni. 2001: 91). Uniformados y armados como soldados, realizaban desfiles militares en actos públicos junto a cuerpos del ejército. Como explica Bertoni “Lo que se había iniciado más o menos improvisadamente, fue asumido en 1888 en forma oficial por el CNE (Consejo Nacional de Educación), que costeó el vestuario y el armamento para los niños de cuatro escuelas graduadas que fueron organizadas en batallones” (Bertoni. 2001: 91). Los batallones generaban entusiasmo popular y adhesión patriótica en la sociedad, a la vez que impulsaban la formación patriótica de los niños.
Su creación se justificaba no tanto como forma de instrucción militar para una situación bélica sino como forma de educación moral : “Esas fiestas a las que algunos desearan imprimir un sello más marcado y característico, poniendo en las manos de los niños verdaderas armas de fuego y diminutos cañones Keupp cargados a bala y pólvora (…) simbolizan no un espíritu guerrero, ni el deseo de esgrimir las armas en combate contra nadie, sino el de fortificar en los niños su cuerpo y su espíritu, despertando en la juventud el sentimiento de la nacionalidad y la conciencia de un deber que la patria impone a todos sus hijos” (Bertoni. 2001: 92). Se consideraba la preparación militar como un aspecto central en la formación de la nacionalidad.
Inserta en este contexto, en 1899 la Escuela Normal de Profesores formó el batallón denominado “Los Pozos”, con la dirección de oficiales del Ejército. “Desfiló en una ceremonia efectuada en el Parque Lezama, como lo registra una fotografía aparecida en la revista Caras y Caretas. En un salón de la planta baja de la Escuela estaban alineados en astilleros algunas docenas de fusiles máuser, y en un armario cerrado, depositadas cajas con balas de fogueo.” (Astolfi.1974: 157). A lo que Mestroni agrega: “Durante el lapso que fui alumno y aún algunos años después había también en la casa un depósito de armas. En una sala de lavabos, con entrada por el corredor central del piso bajo, se custodiaban algunas docenas de fusiles máuser. Tengo entendido que antes de mi ingreso eran usados por los componentes del Batallón Escolar “Los Pozos” para que se ejercitaran en su uso y desfilaran en los actos patrióticos, los soldados que eran alumnos del curso normal y estaban al mando de oficiales del Ejército. La Bandera del nombrado batallón se guardaba respetuosa y celosamente en una vitrina de la regencia. Muchos años la pudimos observar” (Mestroni. 1965: 79).
Por otro lado, además de la creación de batallones escolares, en 1895 se puso en práctica el programa de instrucción militar y práctica de tiro en los colegios nacionales y las escuelas normales, en tercero, cuarto y quinto año, para lo que se creó una cátedra especial. “Se designaron como profesores a oficiales facultativos del Ejército de Línea, se dispuso que esta enseñanza se diera de manera práctica y se proveyó a los establecimientos educativos de armas y vestuario“(Bertoni. 2001: 235). Por entonces se dio un gran impulso a la práctica de tiro. El ministro de Guerra general Riccheri brindó un decidido apoyo distribuyendo armas, municiones y donativos en premios para estimular la concurrencia de la juventud y se respaldó la fundación de polígonos en ciudades y pueblos. La defensa nacional era su objetivo principal. Funcionaba como modo de capacitación de potenciales soldados del ejército Nacional y de formación de la moral nacional.
Pese al clima de efervescencia patriótica y guerrera, las escuelas primarias del CNE se mantuvieron al margen.
Se desarrolló en ese momento una discusión entre los partidarios del entrenamiento militar y quienes apoyaban una orientación distinta para la educación física escolar que tuviera como propósito el desarrollo del niño. Algunos docentes entendían que la actividad militar era contraria a las leyes del desarrollo armónico del cuerpo de niños en edad escolar. A su vez pensaban que “el batallón escolar, muy lejos de facilitarles la tarea, desde el punto de vista de la conservación de la disciplina, es a menudo una causa de barullo y desorden” (Bertoni. 2001: 231). Por ejemplo, la Asamblea de Maestros del 28 de agosto de 1894, se declaró contraria a la instrucción militar en la escuela primaria y favorable a una educación física basada en el desarrollo integral del niño (justificado en las corrientes pedagógicas modernas). Esta orientación se afirmó en las instituciones educativas con la reforma de 1898, que, siguiendo los consejos de Pablo Pizzurno, reglamentó la educación física en los colegios (Bertoni. 2001: 236). No se eliminó, sin embargo, la práctica de los ejercicios militares y de tiro en los colegios secundarios pues se seguía considerando imprescindible la capacitación militar de la población. Pero con esta medida se logró definir con claridad las diferencias entre ambas actividades, física y militar, entendiendo que sus propósitos no eran equivalentes.
Posiblemente estos cambios expliquen la disolución del Batallón Escolar “Los Pozos” en 1901. Pero la instrucción de tiro para los alumnos de la Escuela Normal siguió dictándose. Astolfi explica que “El batallón fue disuelto en 1901, pero quedó el armamento, utilizado para la instrucción de los alumnos de 3º y 4º año, a cargo de un teniente. Consistían en algunas lecciones teórico- prácticas sobre el manejo del fusil y su mecanismo, y en marchas y evoluciones sencillas. Por breve tiempo, hubo práctica de tiro al blanco en el patio del fondo. El estruendo, que molestaba las clases y algún posible peligro, aconsejó su supresión” (Astolfi. 1974: 157). En el mismo sentido, Mestroni cuenta que “… ese armamento se usó para educación militar de los alumnos de los cursos superiores del magisterio, a cuyo efecto un oficial concurría todas las semanas a suministrar esa enseñanza. Los ejercicios se efectuaban en el gran patio del fondo. Claro está que los disparos se hacían con munición de fogueo con las debidas precauciones para evitar todo accidente. De cualquier modo lo cierto es que en la casa hemos aprendido el manejo del fusil y el complejo mecanismo de sus diferentes partes. Periódicamente, un obrero del Arsenal Militar revisaba el armamento y se encargaba de su cuidado y debida lubricación. Todo esto se realizaba por disposición superior y supongo que se llevaría a cabo en todas las demás escuelas secundarias” (Mestroni. 1975: 79).
La dirección de Tiro y Gimnasia del Ministerio de Guerra se encargaba de la actividad. Además de nombrar a los instructores para las escuelas, controlaba la asistencia y repartía los programas de instrucción militar.
Con la llegada de Pablo Pizzurno a la dirección Escuela Normal, la instrucción militar parece ser dejada de lado. “El pensamiento de Pizzurno era ecuménico; se inspiraba en el acervo de la civilización europea occidental, sin dejar por eso de sentir lo nuestro. Tenía un concepto del patriotismo, que expresó reiteradamente en sus discursos y escritos, fundado en la moral, el civismo, el cumplimiento del deber, la tolerancia” (Astolfi. 1974:169). Por eso estaba en contra de un patriotismo vacío. “Le repugnaban los desplantes agresivos, la declamación hueca e insustancial”. Ya mencionamos que sus ideas a favor de una educación física orientada al desarrollo integral del niño son utilizadas para la reglamentación de la materia en 1898, que se opone a los ejercicios militares.
De todas formas, no queda claro en qué momento se dan por finalizadas las clases de tiro. Un elemento que pareciera dar muestra de esto, es la donación de los 80 fusiles máuser que poseía el colegio, a un Asilo de Huérfanos. En un acta se notifica la entrega de los fusiles “solicitados por la Sociedad de Beneficencia para el Asilo de Huérfanos”. Se expresa que los mismos fueron pedidos el 4 de Marzo de 1910 y entregados el 7 de Abril.
En un acta que data del 4 de Marzo de 1910, la Sociedad de Beneficencia de la Capital solicita la donación de los fusiles al Asilo de Huérfanos.
Lo interesante aquí es el hecho de que se menciona que los fusiles existentes en la escuela Normal de Profesores “no prestan ya servicios de ninguna clase”. Pareciera que la actividad había finalizado.
El Archivo Histórico del colegio posee fuentes históricas que ayudan en la reconstrucción de la historia de la educación de nuestro país. En este recorrido he intentado dar muestra de cómo se inserta la Escuela Normal en la construcción de la nacionalidad a fines del siglo XIX, con los casos de la formación de batallones escolares y la instrucción militar, que se desarrolla en las mismas instalaciones que hoy recorremos todos los días.

Bibliografía
-ASTOLFI; José Carlos (1974) “Historia de la escuela normal de profesores Mariano Acosta”. Bs.As. 1974.
-BERTONI; Lilia Ana (2001) “Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La Construcción de la nacionalidad a fines del siglo XIX”. Bs. As, Fondo de Cultura Económica.
-MESTRONI; Valentín (1965) “Los maestros que yo he tenido”. Bs. As, Plus Ultra.